martes, 13 de marzo de 2018

“DEBO NO NIEGO; PAGO LO JUSTO”



  Teresa Carbajal

Esclavas por usura


Desde la trinchera del Barzón conmemoramos el Día Internacional de la mujer evocando a quienes fueron invisibles para las instituciones mientras enfrentaban una deuda impagable, a quienes fueron y son ignoradas, maltratadas, abandonadas con “su problema”, que sufren abuso de sus acreedores, indiferencia de las instituciones y repudio de la misma sociedad que sin conocer los motivos por los cuales pidieron el préstamo y después ya no pudieron pagarlo, las ha sentenciado como irresponsables, morosas, gastadoras y por ello justifican como correcta la aplicación de nuestra leyes -no siempre justas- para despojarlas de sus bienes y con ello de su dignidad, autoestima, salud y muchas veces hasta de la propia vida.

No es difícil precisar las causas que llevan especialmente a las mujeres a pedir  préstamos: contribuir al gasto familiar, sostener a su familia, mejorar la calidad de vida de sus hijos, padres y demás dependientes económicos. 

Pero, ¿ha pensado alguna vez en las situaciones que viven las deudoras mientras transitan el difícil y solitario camino de la esclavitud por deudas? Sí, esclavitud; o como le llamaría usted al hecho de pagar y pagar sin que la deuda tenga fin. Porque claro está que las financieras, prestamistas y bancos prestan dinero con la finalidad de cobrar altos intereses; y además con poco riesgo, pues en el caso de los créditos solidarios o grupales si algo sale mal (que una integrante del grupo no pague) ellos no pierden, pues le cobrarán a las demás.

De cuántos casos no hemos sabido hasta de retener durante horas en oficinas  de las financieras a sus clientas para asustarlas y hacerlas que paguen; por supuesto que tienen muy bien estudiado su mercado: mujeres de bajos recursos, en situación de vulnerabilidad y sin dinero para poder pagar una justa defensa cuando las demanden. 

Obligándolas a pagar todo lo que les piden aunque sea injusto o a que su familia las rescate vendiendo o empeñando hasta lo que no tienen ¿cómo se imagina Usted que queda la autoestima de una sobreviviente de un caso así? Que por buscar mejorar la calidad de vida de su familia termina involucrándola en mayúsculo problema para pagar la deuda.

Sabía Usted que lo primero que se les ocurre a las mujeres que enfrentan esta situación, es ir a “derechos humanos” en donde la respuesta que encuentran es que no son “competentes” para atender asuntos de deudas sin darles oportunidad de exponer con mayor detalle la problemática que presentan. Por ello se preguntan, ¿entonces qué son los derechos humanos?, o ¿las deudoras no somos humanas?, o ¿somos personas sin derechos?

Eso también es violencia, la falta de sensibilidad a una problemática, ¡la que sea que cualquier ser humano enfrente! y no tener el cuidado de por lo menos decirle a dónde dirigirse, qué hacer, y como defenderse con independencia de que sean incompetentes.

Continuará…
¡Pregunte, es mejor tener dudas, que deudas!
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